La responsabilidad social a secas o responsabilidad social empresaria o corporativa, como también se la denomina, aparece como tema central en multiplicidad de publicaciones, foros y asignaturas universitarias. Paralelamente las grandes empresas han incluido el ítem en sus agendas; diversas ONG se encargan de su promoción; surgen índices de responsabilidad social e, incluso, la cuestión aparece en la mira de los reguladores.
El tema de la responsabilidad social
de las empresas no es nuevo, lo que es nuevo es la exigencia de que la empresa
se haga cargo de los problemas sociales. No cabe duda de que el fenómeno de la
globalización ha colocado a las grandes empresas por encima del poder económico
de muchas naciones y que como contrapartida parece lógico que se le asignen
responsabilidades y que se intente regular su accionar.
En el sentido expuesto aparecen
iniciativas como el llamado del Secretario General de las Naciones Unidas en el
foro de Davos de 1999 donde exhorta a unir el poder de los mercados con los
valores universales como forma de extender los beneficios de la globalización;
allí tendrá su origen el llamado Pacto Global que promueve el compromiso
público de las empresas en torno de nueve principios sobre derechos humanos,
laborales y medioambientales. Otro ejemplo es el Libro Verde la Comunidad
Europea que en el 2002 promueve la responsabilidad empresaria en su dimensión
interna y también externa.
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